Me llamo Laia Casals Escardó, tengo 42 años y nací en Reus. Desde hace 14 años codirijo Moixaina al lado de Ester Adrover, soy arteterapeuta, educadora y madre de mellizos.

El camino de mi formación empieza con las especialidades de educación artística e imagen en la facultad de Bellas Artes de Barcelona.

Durante 5 años trabajé como atrezzista para publicidad y cine, hasta que a los 27 años decidí cerrar esta tapa para buscar un trabajo con el que poder crecer a través de los años y con el que sentir que mi energia servia para mejorar un poquito este mundo.

Fue entonces que Ester, con quién compartia piso, conoció Moixaina, una escuelita con una mirada muy revolucionaria hacia la infancia y sin paredes (se desarrollaba íntegramente en espacios públicos, el bosque y la playa). Me pareció una apuesta muy valiente, que trataba de cambiar las cosas yendo a la raiz, enfocando la educación desde la confianza, la libertad y el respeto hacia la persona. Fue imposible no entusiasmarse y finalmente acabamos tomando el relevo del proyecto. Fue así de simple, Moixaina llamó a la puerta y nosotras, un poco “a la brava” nos lanzamos a la piscina.

Tocó aprender mucho, cuestionarse mucho; allí nació para mí una nueva forma de mirar las relaciones, la comunicación y los conflictos, también la certeza de que cada uno debe ser el protagonista de su proceso de vida y que la educación ha de ser un agente que potencie y no que entorpezca el contacto con uno mismo.

A la vez que iniciabamos esta gran aventura, me formé durante cuatro años como arteterapeuta de orientación psicodinámica en el Máster de Aplicaciones Terapéuticas del Arte de la UB (en la escuela Metáfora), reuniendo de alguna forma mis grandes intereses: la psicología, el arte y la pedagogía.

Desde entonces he acompañado varios talleres en grupo de arteterapia, siempre relacionados con la reflexión pedagógica, el acompañamiento de procesos creativos y la familia. Actualmente trabajo con un grupo de madres.

Otra de las grandes fuentes de inspiración para mi trabajo, han sido los procesos terapéuticos propios, primero des del psicoanálisis y después desde un abordaje más corporal, reichiano y con EMDR. Durante dos años también he participado en un Círculo de Sueños con Jordi Borràs, en el que usábamos el material onírico para el trabajo personal. Creo que pasar por la experiencia de ser acompañada a los rincones de uno misma es algo imprescindible para cualquier persona que trabaje en este ámbito.

Con 39 años y habiendo ejercido 12 como educadora, fui madre de mellizos, después de un larguísimo y duro proceso que me llevó muchas aventuras médicas y a transitar el camino de la reproducción asistida. Mi accidentada llegada a la maternidad me trajo cambios poderosos a nivel personal y también renovó mi mirada hacia las familias, haciéndola más flexible, compleja y humilde.

En 2009 abrí un grupo de crianza: el gérmen de lo que ahora es Minimoixaina, un proyecto con el objetivo de hacer llegar la energia de Moixaina a las familias desde el inicio, acojer y cuidar desde el embarazo y durante los tres primeros años de crianza. En este nuevo viaje me acompaña Madilé Diaz.

En junio 2020 he participado en el «Curso de Psicología Perinatal, comprensión profunda e intervención en infertilidad, gestación, parto y puerperio» impartido por Sabina del Rio en Psimática Aula Virtual, un complemento valioso para esta nueva etapa profesional.

En estos momentos estoy al lado de Ester como codirectora haciendo tareas de soporte a la cooperativa y encargándome de la publicidad y presencia en redes. En septiembre 2020 también incio la aventura desde el otro lado: vivenciar Moixaina no como educadora sino como madre de mis hijos, cosa que me emociona mucho.

Las criaturas, las familias y trabajar en equipo con educadores y educadoras, han sido y son una fuente inagotable de aprendizaje, que te obliga a revisarte constantemente. A menudo siento a Moixaina como una gran travesia que te enfrenta a todo tipo de experiencias, algunas muy difíciles. Cada una de ellas ha ido forjando la personalidad de nuestro proyecto y me ha permitido descubrir cuál es mi forma particular de acompañar, y en parte, de vivir.

Ver el jardín lleno de criaturas desplegando su potencial, alegria y espontaneidad, el agradecimiento de las familias por ofrecerles este espacio y creer profundamente en lo que hacemos me da la fuerza necesaria para seguir en este barco con la esperanza de que mi granito de arena contará.