Mi nombre es Madilé Díaz, tengo 35 años y nací en Uruguay. Llegué a Barcelona con 17 años y me metí de lleno a trabajar en lo que mejor se me daba en ese momento, la venta. Atender a clientes, detectar sus necesidades y darles justo lo que buscaban para mi era casi un juego, del que disfrutaba muchísimo. Imagino que justamente por eso no me costó pasar de vendedora de pequeños comercios a encargada de equipos de ventas en grandes superficies. Compaginaba el trabajo con mis estudios en Naturopatia y poco a poco ambos mundos empezaron a chocar. El estrés, los objetivos tan altos y las condiciones laborales se enfrentaban con la tranquilidad, la armonía, el equilibrio cuerpo-mente y el cuidado que predicaban las terapias naturales.

Por ese entonces comencé a pensar en ser madre. Quería vivir mi maternidad a pleno, dedicándole mi tiempo, amor y presencia. Por eso, allá por el 2014 cambié de rumbo. Dejé mi trabajo en la multinacional, para cuidar niños y niñas en un parque. Dicho así suena raro, pero en realidad fue lo que pasó. No veía que fuera compatible una crianza respetuosa con un trabajo al cual le dedicaba 10 horas de lunes a sábado. En cambio ser “madre de día” era una gran alternativa ya que podía compaginar ambas.

Decidí cambiar y prepararme para este nuevo emprendimiento. Y parece que la vida me fue guiando, poco a poco. Primero me saqué el carnet de monitora de tiempo libre, ahí conocí a SEER, una empresa dedicada a cambiar la perspectiva hacia la infancia y la adolescencia a través de la educación emocional. Con ellos llevé a cabo proyectos en diferentes centros educativos con el objetivo de prevenir y entrenar al alumnado (y al profesorado) para reducir los casos de bullying.

Las prácticas de monitora las quise hacer en Marinva, y ellas me enseñaron el poder del juego para transformar la mirada más allá de centros educativos. Gracias a ellas realicé diferentes talleres sobre la importancia del juego en la primera infancia, cómo potenciar la autonomía y educar en el respeto; todos ellos para el “Programa de Suport a les famílies” del Instituto Municipal de Educación de Barcelona (IMEB)

Mientras tanto seguía con “laludo”, el proyecto que cree de juego al aire libre para niños y niñas de 1 a 3 años. Durante más de 5 años, mis mañanas me las pasaba acompañando a la infancia en grupos reducidos; a ellos y a sus familias; eramos casi una escuelita itinerante.

De forma autodidacta me seguí formando, buscando herramientas para mantener la coherencia y sostener los valores que me había planteado de principio (empatia, presencia, consciencia). Aunque ahí me di cuenta que la teoría es preciosa, pero al pasarla a la práctica es dificil salirse del castigo, los premios o las excesivas directrices.

Por eso empecé a formarme en Gestalt y Educación Viva.

Cuando nació mi hija, en 2018, todo se me derrumbó. Me había centrado en aprender sobre infancia, cómo acompañar y cuidar bebés y niños pero me había olvidado de mi. Al volver al trabajo me agobié, me di cuenta que no es lo mismo ser educadora que ser madre, y todas las herramientas parecían no funcionar; me había olvidado de cuánto importa el propio componente emocional.

Así llegué a Moixaina, buscando tribu, soporte, inspiración. En este nuevo hogar volví a mi centro, a reconectarme conmigo, con mis necesidades y con las de mi niña. Y aprendí que para cuidar al resto he de cuidarme a mi primero. Cuando me sentí preparada se abrió la oportunidad de acompañar a las familias de Minimoixaina, y la acepté sin pensar. Y aquí estamos, compartiendo lo aprendido.